Siempre fui una mina organizada... era de las que, cuando le pedías cualquier cosa, pegaba un salto y tenía que abrir sólo un cajón o una puerta para encontrar aquel elemento solicitado, sea lo que sea...
Y eso que nunca tuve buena memoria... pero con ayuda de listados, cajas rotuladas y el ejercicio de la costumbre y el orden, nunca perdí un alfiler...
Obviamente, el uso del pretérito no es caprichoso... desde la maternidad, mi casa (y mi vida?) es un caos...
Nada está en su lugar, todo tengo que buscarlo un promedio de cuarenta/cuarenta y cinco minutos, encuentro tijeras entre los CDs, Cds. entre los libros, libros entre las cajas de leche. Pierdo irremediablemente todos los días el único fibrón que tengo que escribe sobre los CDs y DVDs vírgenes. Puerta que abro despide hacia mi persona: 1- juguetes por toneladas, 2- materiales para la construcción, 3- ropa para planchar y/o arreglar...
Me gustaría ajustarme a la definición que hacía Facundo Cabral de su madre, en un concierto: "mi madre nunca llevó agenda, porque hacía sólo aquello que amaba, y esas cosas se las recordaba el corazón"... pero no, sin mi agenda, me muero...
No solo tengo que anotar todo lo que tengo que hacer y todos los cumpleaños, aniversarios y similares sino que también es el compendio de todas mis contraseñas a las tres mil páginas que estoy suscripta (muchas de las que tengo que usar por laburo), claves de banco y tarjetas de crédito (disimuladas entre otros datos, no soy tan pajuerana) y otros mil apuntes sueltos...
Ayer tomé mi agenda y me puse a anotar todo lo que tengo que hacer durante la semana, las compras de varios elementos que (su ausencia) me impiden terminar "proyectos" empezados (como un disfraz de princesa que le estoy haciendo a la adorable peque), un par de cosas que faltan de la heladera y/o alacena, datos que le tengo que pedir a un cliente, datos que le tengo q pedir a un proveedor y tantísimas cosas mas...
Hoy, por supuesto, la dejé sobre la mesa, junto con las boletas que tenía que llevarle a una amiga y el teléfono del chongo de la alarma...
Que día me espera, Teté, que día...